sábado, 18 de febrero de 2017

Ni un paso atrás

La bella durmiente yacía sobre la cama esperando su anhelado beso de amor cuando el príncipe azul, con gesto resuelto, dio media vuelta, se encaminó hacia la puerta, y dejó a los más de mil invitados en la corte sumidos en el desconcierto. Bajó hasta las caballerizas y con gran determinación montó sobre su palafrén. Al paso, se acercó a su joven y recio paje, tendió su brazo derecho a modo de invitación y lo sentó sobre la grupa.
Por fin la reina, su madre, comprendió que coartar su educación no había servido de nada. Más tarde, el rey preguntó a los guardias por qué arriaron el puente levadizo, temerosos, confesaron que como cada jueves, el príncipe y su paje salían a cazar perdices.

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